Durante los últimos quince meses, una de las palabras que más hemos escuchado es “sanitizar”, tan relevante y a la vez tan nueva que no existe aún en los diccionarios de nuestro idioma, es una adaptación del vocablo anglosajón sanitize. Primero, es necesario remarcar que sí hay una diferencia entre desinfectar y sanitizar, aunque son conceptos muy cercanos. La desinfección implica la eliminación parcial de microorganismos y bacterias para bajar la carga microbiológica de ciertas superficies inanimadas. La sanitización es una limpieza mucho más profunda con productos que garanticen la máxima eliminación de microorganismos hasta una cantidad que resulte segura. Ambos procesos deben llevarse a cabo con sumo cuidado en superficies de trabajo, del hogar, de tránsito; y en industrias como la de los alimentos o fármacos las medidas a tomar deben ser por demás efectivas.
La desinfección y sanitización se llevan a cabo con productos químicos, existen distintos tipos como: alcoholes, aldehídos, cloros, fenólicos y otros basados en amonio cuaternario. Todos presentan diferentes características, por ejemplo, el uso del amonio se ha reducido notablemente debido a los daños a la salud que puede provocar si no se emplean las precauciones necesarias a la hora de su aplicación. Para el caso del virus Covid-19 se ha comprobado que resultan efectivos para superficies duras y no porosas, en ambientes hospitalarios, institucionales y residenciales: el 1-2 hexanodiol, el etanol, el ácido glicólico, el peróxido de hidrógeno en combinaciones como el bicarbonato de amonio o el ácido perioxiacético; y otros ácidos como los hipoclorosos, lácticos y peroxiacéticos. También el ácido cítrico puede usarse en alimentos posterior al enjuague requerido.
Todas estas sustancias poseen un aroma muy característico, el cual en ocasiones llega a ser fuerte e incómodo: aunque proporciona sensación de limpieza, también puede provocar reacciones adversas como náuseas y alergias. Por ello existen fragancias para disimular estos olores y también para lograr que las personas asocien la limpieza con ciertos aromas específicos: así sucedió con el olor del pino, usado desde hace ya bastantes años en distintos productos de limpieza indispensables en los hogares.
Aunque las tendencias durante los últimos años en este sentido han sido mayoritariamente hacia fragancias con aromas florales, hoy en día se están probando otros elementos que, además de superponerse a las fragancias propias de los químicos, sirven para generar sensaciones agradables, una experiencia olfativa que sea del agrado del consumidor: muchos desinfectantes ahora tienen aromas frutales, de hierbas conocidas por sus características medicinales como eucalipto, lavanda y menta, e incluso mezclas novedosas.
Sin duda el mercado de los desinfectantes y sanitizantes continuará verificando grandes demandas pues, aún con la pandemia terminada, los hábitos de limpieza deben perdurar y formar parte de nuestras vidas de ahora en adelante. En este sentido, el desarrollo de fragancias que se conviertan en las preferidas de los usuarios tendrá también muy relevantes incrementos y desarrollos, es el momento para que los industriales del ramo aprovechen y se introduzcan en el mercado, experimenten y desarrollen productos del agrado del consumidor: efectivos a la hora de desinfectar, de preferencia amigables con el medio ambiente y con olores sugestivos y agradables.