A todos nos ha sucedido alguna vez que nos echamos nuestra fragancia favorita en puntos específicos del cuerpo y algunas horas después, ya no alcanzamos a percibirla. O también hemos llegado a oler algún perfume o esencia que nos deleita, pero después perdemos la pista de cuál fue y, sólo si la casualidad lo permite, lo volvemos a encontrar. Recordemos que nuestra memoria olfativa es mucho más poderosa que la visual, por eso nos es más fácil guardar aromas y relacionarlos con momentos de nuestra vida.
Así como existen bibliotecas para preservar los libros más relevantes que han sido escritos durante la historia de la humanidad, en París existe una osmoteca, un sitio donde están resguardadas las más diversas fragancias. La Osmoteca de Versalles se encuentra en este elegante suburbio parisino, es uno de sus destinos no tan famosos en comparación con el palacio o los célebres jardines, pero, sin duda, resulta igual de interesante.
Desde 1990 y gracias al trabajo de algunos famosos perfumistas como Jean Kerléo, Jean-Claude Ellena y Guy Robert, en el número 36 de la Rue du Parc de Clagny, en una bóveda subterránea con temperatura controlada de 12ºC se encuentran fragancias con más de cien años, conservadas gracias al argón, un gas noble químicamente inerte, el cual evita su oxidación.
Actualmente, la Osmoteca de Versalles dispone, además de las colecciones de fragancias, de documentos y archivos sumamente relevantes en materia de la cultura olfativa y de la perfumería. Además de las fragancias per sé, hay documentos antiguos dedicados a la composición y fabricación de perfumes, entre ellos destaca la descripción de un perfume realizado para un rey de Asia Menor, escrita por el historiador Plinio el Viejo en el siglo i después de Cristo.
Entre las colecciones de este museo de esencias, se conserva una muy completa biblioteca de bases para fragancias y recursos aromáticos, tanto naturales como sintéticos, históricos y contemporáneos. Otro de los invaluables archivos que se tienen protegidos es la colección de perfumes antiguos, como el de la reina Elizabeth de Polonia, del siglo xiv o un agua de colonia que fue de Napoleón durante su exilio en Santa Elena en 1815. Por supuesto, el archivo se va haciendo más grande conforme se acerca a la época contemporánea y existen en él perfumes que han sido descontinuados pero fueron muy famosos en su época, de compañías como Guerlain, Coty o Christian Dior. En total, la Osmoteca de Versalles resguarda más de tres mil fragancias de todo el orbe, y continúan sumando nuevas fragancias, ya que constantemente solicitan a los desarrolladores que les den muestras y las fórmulas de sus perfumes.
Para las personas interesadas en el mundo de la perfumería, este museo es una visita imprescindible. Además, su sede es la Escuela de Perfumería de la Cámara de Comercio e Industria de Versalles, donde se llevan a acabo actividades culturales y eventos relacionados con el mundo de las fragancias como reuniones, simposios y publicaciones informativas. Por si todo lo anterior fuera poco, la Osmoteca de Versalles frecuentemente organiza exhibiciones y conferencias en otras partes del mundo, para dar a conocer su trabajo y parte de su archivo. El lugar está abierto a visitas, previa solicitud.