Usos y beneficios de las fragancias

El uso de fragancias naturales ha sido una estrategia empleada por los seres humanos desde los inicios de la civilización. El cultivo de plantas y flores no sólo se dio como método alimenticio, sino que se aprovecharon también sus cualidades aromáticas para mejorar los ambientes y provocar sensaciones. Tan sencillo como entrar en una habitación donde hay un arreglo floral: de inmediato la nariz se inunda de su aroma y nos provoca algún recuerdo, algún sentimiento o una sensación, positiva o negativa.

            Se ha demostrado que la percepción de los olores está directamente ligada al sistema límbico, el cual es una parte de nuestro cerebro asociada a nuestros recuerdos y sentimientos más arcaicos. Esto explica por qué vinculamos el olor a tierra húmeda con una experiencia de la naturaleza, o la fragancia del coco con la playa. En el libro de 1985 El perfume de Patrick Süskind, el protagonista, quien tiene un sentido del olfato desarrollado al extremo, descubre que puede usar las fragancias para provocar ciertos comportamientos y acciones en las personas; aunque se trata de una obra de ficción, sin duda el uso de fragancias es un mercado en amplio desarrollo y con un enorme potencial.

            Son varias las industrias donde el uso de fragancias ha resultado imperativo, aparte de la muy evidente que es la perfumería y cosmética. Los distintos aromas, además de dotar a los productos de un agradable olor, también los hacen identificables y distintivos: por citar un ejemplo, el “aroma a Bebé” que casi todos los productos y accesorios para el cuidado de bebes tienen y que es muy identificable incluso en las habitaciones destinadas a recién nacidos, no importando las marcas o el tipo de producto que se trate.

Otro de sus usos fundamentales es el de ocultar el olor de algunos ingredientes que pueden resultar desagradables. Así, en productos de limpieza se sustituye el fuerte aroma de los químicos necesarios en estos productos, por olores denominados “frescura floral” o “radiante primavera”. De igual forma, se ha verificado que el que un jabón tenga un aroma agradable puede provocar el deseo de lavarse con él; o ahora que el gel antibacterial es un producto tan socorrido existen dos tipos de experiencias en el consumidor: los que se sienten más seguros con un fuerte aroma a alcohol, pues les brinda mayor seguridad y protección, o quienes prefieren prescindir de ese penetrante olor y buscan productos que lo oculten.

También desde hace miles de años se usan aromas en los hogares, para provocar ciertos estados de ánimo e, incluso, como elementos sagrados, pensemos en el incienso o en los aceites que forman parte de varias tradiciones religiosas a lo largo del mundo. El uso de combinaciones aromáticas herbales puede producir ambientes de concentración, relajación y bienestar. Al momento de preparar los alimentos, las yerbas de olor son ingredientes fundamentales para transformar el aroma de los alimentos: un platillo nos conquista desde que huele delicioso. Se dice que de la vista nace el amor, pero también éste entra por la nariz: al recibir un fuerte aroma de café, ¿quién puede resistirse al antojo de beber uno? También los aromas pueden estimular al momento de comer, para tener una mejor experiencia antes, durante y después del proceso; por ejemplo, se ha estudiado que el olor de los cítricos estimula la digestión.

            La cantidad de aromas disponibles es sumamente variada, solamente hace falta continuar las investigaciones e indagaciones, para poder conectar los olores con las emociones humanas según lo que busquemos.