Muchas anécdotas graciosas surgieron a raíz de la pandemia de covid-19, así como del momento que en un principio se llamó cuarentena y que, sabemos ahora, duró mucho más de cuarenta días. Más allá de las reuniones por Zoom, del home office, de todas las aplicaciones de envíos a domicilio que se utilizaron, nuestros teléfonos y computadoras se llenaron de memes (imágenes graciosas que transmiten una historia con pocos elementos) porque, aceptémoslo, la risa era una forma de sobrellevar el encierro. Entre las burlas más populares y lo que más se comentaba en redes sociales estaba la inmensa cantidad de platos sucios que había que lavar y sí, desacostumbrados como estábamos a pasar tiempo en casa, quizá no nos habíamos dado cuenta del enorme trabajo que implica lavar platos, vasos, ollas y todos los instrumentos necesarios para las comidas.
Incluso, no faltaron quienes buscaron recomendaciones sobre qué productos eran los mejores para esta ardua tarea, que parece ser el sufrimiento de todos los hogares; siempre hay voluntarios para todo, menos para lavar los trastes. A la hora de elegir un producto, es muy importante que cumpla con funciones básicas de limpieza, que elimine toda la grasa impregnada en los platos, que su sensación al tacto sea agradable, que genere espuma para lavar adecuadamente y, sobre todo, un componente primordial es que su aroma sea agradable y permanezca como el remanente en la vajilla, no el aroma de la comida. Porque sí, es muy importante que lo que nos llevemos a la boca huela delicioso, recordemos, del aroma —antes que de la vista— nace el amor a los alimentos. Pero no, este olor no debe permanecer en los utensilios que usamos para comer o beber. ¿Te ha pasado alguna vez que al tomar un vaso con agua detectas un olor como a huevo en el vaso? Es una sensación por demás desagradable.
La mayor parte de los productos para limpiar vajillas emplean químicos para combatir la grasa y dejar los platos limpios, y estos ingredientes no se caracterizan por tener un aroma delicioso. Hay personas que incluso toman la decisión de compra de sus lavaplatos en los pasillos de las tiendas, destapando la botella y percibiendo a qué huele. Por eso, la fragancia en estos productos no es un accesorio, sino un elemento básico de los mismos, ya sea que se traten de líquidos, pastas o polvos.
Sin duda, el aroma más común y popular en estos productos es el del limón, pues incluso se usa este fruto directamente para lavar platos (hay quien además de su limpiador de preferencia, añade unas gotas del limón a su esponja o al líquido mismo, pues es conocido por ser un buen eliminador de grasa), que puede combinarse con otros cítricos. Gran parte de las botellas de limpiadores de vajillas tiene un color verde asociado a este fruto. Por otro lado, aunque parezca curioso, pues muchas veces el olor a cloro o lejía resulta desagradable a la nariz, en el caso de los limpiadores para platos y vajillas el aroma del cloro se asocia con una mejor limpieza (y sin duda el cloro es un potente limpiador); así que varias marcas cuentan con una opción donde se potencia este aroma. Pero hay también otras fragancias que van creciendo entre el agrado de los consumidores, algunas más herbales como eucalipto, aloe vera o lavanda, y otras con una variedad de frutos no forzosamente cítricos, como los frutos rojos, entre los cuales destacan la cereza o la granada.
También existen opciones que agregan humectantes para la piel y aromas como avena; pero tampoco es un sector que esté dispuesto a sacrificar las cualidades de limpieza a cambio de un aroma extravagante, sino que siempre es preferible una fórmula eficiente con un olor conocido y asociado a la limpieza en los platos, las ollas, cubiertos y vasos. Al final de cuentas, contar con una vajilla limpia es algo que beneficia a todos los miembros de un hogar, por lo cual, no debe verse como algo pesado, sino como un trabajo para el bien común.